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viernes, 18 de noviembre de 2011

Vicepresidentes viperinos

Los vicepresidentes en Colombia, en ejercicio o no, tienen una semejanza con los celadores de barrio. Como no tienen mucho que hacer, se dedican a hablar carreta sin ton ni son, a ‘mazamorrear’ de cualquier manera, a decir los primero que se les ocurre, en grave perjuicio de su propia imagen y del presidente de turno. Lo experimentó Angelino, quien pese a que dijo cosas cuerdas, como la crítica a la cuestionable fórmula de medición de la pobreza y el tema infinito de los $190.000 y que ahora lo tiene a las puertas de la dirección de la OIT, como una hábil jugada de su jefe por sacarlo elegantemente del escenario. Peor es el caso de Francisco Santos, lenguaraz a más no poder, cuando se quedó corto en su momento con las sorprendentes declaraciones de los congresistas que iban a terminar involucrados en la parapolítica (en ese momento osó hablar de 30 a 40 y el país lo señaló con dedo acusador, pero luego todo esto fue apenas el comienzo de algunos de los nauseabundos episodios del Uribato). Pero el degenere de este señor se vio en estos días cuando, quizá bajo los efectos de alguna sustancia alucinógena (de pronto se sopló los hongos de una plasta de boñiga en Villa de Leyva) se atrevió a proponer descargas eléctricas para los estudiantes, por hacer buen uso de su derecho a la protesta y atreverse a empañar con seriedad el manto impoluto de la popularidad de Santos…

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